Hace unos años, tuve una joven clienta llamada Lisa. Tenía 9 años, estaba llena de vida y no podía estarse quieta. Lisa era muy inteligente, pero le costaba concentrarse debido a su TDAH. La vida había sido dura para ella, pasando de su familia a una casa de acogida y luego a internados. Tenía muchas ganas de ayudar a Lisa.

Le dieron medicamentos para ayudarla a calmarse, pero era importante que aprendiera a relajarse por sí misma. Llevaba años estudiando y enseñando mindfulness y TCC y sabía que podían ayudar a Lisa a sentirse mejor consigo misma y a hacer amigos.

Pero el caso es que busqué por todas partes herramientas divertidas y basadas en investigaciones sólidas. Busqué por todas partes, pero todo lo que encontraba se quedaba corto. Lisa necesitaba algo cautivador, algo que realmente resonara con ella.

Así que, sin herramientas adecuadas a la vista, me arremangué y me puse manos a la obra. Creé mis propias hojas de trabajo, unas que involucraran a Lisa a nivel emocional y social.

¿Los resultados?
Más allá de lo que esperaba. A Lisa no sólo le gustaban las hojas de ejercicios, sino que prosperaba con ellas. Aprendió a calmarse cuando se enfadaba y se sinceró sobre sus sentimientos. Incluso hizo dos grandes amigos en el colegio. Por primera vez, Lisa sintió que realmente pertenecía a un grupo, y sus notas también empezaron a mejorar.

Al ver la transformación de Lisa, supe que tenía que compartir estas hojas de trabajo con el mundo. Ahora ayudan a niños y adolescentes de todo el mundo, en 12 idiomas diferentes. Abordan desde la gestión de las emociones hasta la mejora de las habilidades sociales, desde la reducción del estrés hasta el rendimiento deportivo y académico.

Este viaje con Lisa me enseñó que, con el apoyo adecuado, todos los niños pueden brillar. Y esa es la historia de MindfulKids.